Maureen O’Grady

Area of Research: Cáncer de pulmón

Lung Cancer

Milford, CT

Los médicos dijeron que le quedaba un año de vida. La inmunoterapia demostró que estaban equivocados.

Cuando uno se enfrenta a un diagnóstico de cáncer de pulmón en estadio IV, tener esperanzas puede ser difícil. Las estadísticas de sobrevida de esta enfermedad son pésimas, según supo Maureen O’Grady en 2009, a los 62 años, cuando los médicos estimaron que le quedaba más o menos un año de vida. Pero Maureen tenía esperanza y esa esperanza puede haberle salvado la vida.

La esperanza la motivó a seguir un tratamiento agresivo, primero con quimioterapia y con un tratamiento dirigido y, cuando esos tratamientos no funcionaron, siguió con inmunoterapia. En 2010 participó en un ensayo clínico de un nuevo fármaco de inmunoterapia, el nivolumab, en el Smilow Cancer Hospital de Yale, bajo la dirección del Dr. Scott Gettinger. El nivolumab pertenece a una clase de inmunoterapia llamada inhibidores de puntos de control. Al «quitar los frenos» al sistema inmunitario, los inhibidores de puntos de control permiten un ataque más potente contra el cáncer.

Hasta hace muy poco se pensaba que era poco probable que el cáncer de pulmón respondiera a la inmunoterapia. Pero los primeros resultados con inhibidores de puntos de control de PD-1 han ido cambiando esa idea. En marzo de 2015, la FDA aprobó el nivolumab (cuyo nombre comercial es Opdivo®) para el tratamiento del cáncer de pulmón de células no pequeñas.

El CRI conversó con Maureen sobre su actitud positiva y lo que la inmunoterapia significó para ella.

¿Cómo supo que tenía cáncer?

Maureen: Fue a principios de 2009. Tenía tos y pensamos que era alergia, pero la tos persistía y vi un poco de sangre en la mucosidad. Así que al día siguiente, el 21 de enero de 2009, fui a un centro médico sin cita previa. El médico ordenó una radiografía de tórax y me encontraron una masa tumoral en el pulmón derecho. Me dijeron que me hiciera una exploración por TAC de inmediato. Tras varios estudios y consultas médicas, me informaron que tenía cáncer de pulmón en estadio IV. El cáncer se había originado en el pulmón derecho y se había diseminado al hígado y a las glándulas suprarrenales. Luego, mientras estaba en tratamiento, apareció un tumor en el corazón.

¿Qué le dijeron sobre el pronóstico?

Maureen: Me dijeron que era incurable pero tratable, y que era lo suficientemente joven y estaba en buen estado físico como para tolerar la quimioterapia más intensiva. En ese momento el tratamiento era con cisplatino, que tiene efectos secundarios terribles.

¿Cómo decidió dónde recibir el tratamiento?

Maureen: Me diagnosticaron en Fairfield County, y el médico me dijo que tenía cáncer en estadio IV y que me quedaban entre 12 y 14 meses de vida. No me dio muchas esperanzas y no parecía que se estuviera dedicando mucho a mí, así que cuando pasó el impacto de saber que tenía cáncer busqué otro oncólogo. Sabía que no podía cambiar el diagnóstico, pero al menos podía cambiar la manera como me trataban. Fue entonces que fui a Yale y encontré al Dr. Scott Gettinger. El 17 de febrero de 2009 comencé los tratamientos con él.

¿Cómo fue su experiencia con la quimioterapia?

Maureen: Los efectos secundarios fueron tal cual me habían dicho. El cisplatino, además de los efectos secundarios habituales de náuseas y vómitos, también provoca dolor, caída del cabello, acné facial, los dientes quedan amarillentos. Durante las transfusiones, a veces necesitaba morfina para el dolor. De hecho, durante el tiempo que recibí ese medicamento todo lo que hacía era recibir las infusiones y descansar entre los tratamientos. Se redujo el crecimiento tumoral en algunas partes, pero realmente me estaba pasando factura.

Entendí que iba a mejorar la capacidad de mi sistema inmunitario para combatir el cáncer y eso tenía mucho más sentido.

¿En qué momento decidieron con el médico suspender la quimioterapia y seguir con inmunoterapia?

Maureen: Me estaban tratando con otras quimioterapias, probablemente dos más. También con un tratamiento dirigido por vía oral, Tarceva, y participé en otro ensayo clínico. Pero creo que recién en mayo de 2010 decidimos que la mayoría de las quimioterapias aprobadas no estaban dando resultado. En ese momento, el Dr. Gettinger me dijo que en junio iban a comenzar dos ensayos clínicos y me fui a casa con información sobre ambos para elegir uno de los dos.

Me decidí por el ensayo de inmunoterapia, que era un tratamiento anti-PD-1. Entendí que iba a mejorar la capacidad de mi sistema inmunitario para combatir el cáncer y eso tenía mucho más sentido, así que elegimos ir en esa dirección.

¿Cómo fue el tratamiento?

Maureen: Las infusiones eran una vez cada dos semanas y me hacían exploraciones de imagen cada ocho semanas. Incluso antes de que me realizaran la primera exploración, había empezado a sentirme mucho mejor. No tuve ningún efecto secundario. La quimioterapia se estaba yendo de mi cuerpo y volvía a sentirme yo misma otra vez. Me sentía más fuerte, me veía mejor. Y en la primera exploración se vio que la respuesta al tratamiento en todas las zonas de la enfermedad había sido notable, así que seguimos con el tratamiento. La siguiente ronda de exploraciones de imagen reveló reducciones aún mayores y ningún tumor nuevo.

¿Qué pensó al conocer esos resultados?

Maureen: Sentí que tenía una segunda oportunidad. Me diagnosticaron cáncer de pulmón en estadio IV y me dijeron que me quedaban entre doce y catorce meses de vida. Pensé que me iba a morir, que iba a dejar sola a mi familia. Era una montaña rusa de emociones. Por ello, no encontraba palabras para expresar mi emoción cuando descubrieron algo que funcionaba.

Fui cautelosamente optimista. No quería alegrarme demasiado para no volver a decepcionarme si dejaba de funcionar. No había más recursos.

¿Qué hizo su esposo cuando se enteró de los resultados?

Maureen: Solo nos abrazamos. Nos abrazamos todos: el médico, mi esposo, la enfermera que siempre me atiende y todos los que sabían. Smilow es como una familia.

¿Cuál es el estado actual de su cáncer?

Maureen: Los tumores se han reducido a prácticamente nada. En las exploraciones se ven algunos restos, pero si se trata de calcificaciones o tejido cicatricial no lo sabrán a menos que abran y miren. Pero todo se mantuvo estable hasta el final del ensayo en junio de 2012.

Eso es maravilloso.

Maureen: Es maravilloso. Gracias a la inmunoterapia pude presenciar y asistir a muchos acontecimientos importantísimos. Mi hija mayor, Lauren, se casó y tuvo gemelos, y ahora son cuatro. Puedo verlos crecer y adorarlos todos los días. Se comprometió cuando yo estaba con quimioterapia y no pensé que fuera a poder asistir a su boda, pero el Dr. Gettinger me dijo que iba a poder bailar en su boda.

Mi hija menor, Kristen, está comprometida y esta vez puedo participar en los planes de la boda. Además, mi esposo y yo acabamos de celebrar nuestro 41.º aniversario de boda. Han sido muchas cosas, desde encuentros de exalumnos hasta aniversarios, todas ocasiones extraordinarias para disfrutar de momentos tan preciados de la vida.

¿Hay algo más que desee compartir o decirles a otros pacientes?

Maureen: Lo mejor que se puede hacer cuando se pasa por algo como esto es mantener una actitud positiva y optimista. Espero que mi historia pueda dar esperanza a otros pacientes.

Publicado originalmente el 18 de mayo de 2015.

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