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Brendan C

Melanoma

La historia de Brendan

Saltar desde un avión. Escalar en hielo. Hacer montañismo en el Gran Cañón. Esas son algunas de las cosas que hizo Brendan Connors cuando cumplió 30 años, en 2013. Como exnadador de competición, está acostumbrado a la actividad física exigente. Para Brendan, la expectativa de vivir nuevas aventuras fue fundamental para sobrellevar las cargas emocionales y físicas del tratamiento del melanoma metastásico en estadio IV.

El tratamiento consistió en múltiples cirugías seguidas de dos ensayos clínicos de inmunoterapia independientes. El primer ensayo, que tuvo lugar en los Institutos Nacionales de Salud (NIH), incluyó la terapia celular adoptiva que utiliza miles de millones de copias de los propios linfocitos T del paciente cultivados en el laboratorio. El segundo ensayo, que se llevó a cabo en el Memorial Sloan Kettering Cancer Center (MSKCC), probaba una combinación de dos fármacos de inmunoterapia, ipilimumab (Yervoy®) y nivolumab (Opdivo®). Estos dos medicamentos pertenecen a una clase de inmunoterapia llamada inhibidores de puntos de control que, al «soltar los frenos» del sistema inmunitario, permite atacar con más fuerza al cáncer.

Entre los médicos del MSKCC estaban Jedd Wolchok, Ph. D., director del programa clínico del CRI, Margaret Callahan, Ph. D., exbecaria de posdoctorado del programa Lloyd J. Old del CRI;  y Michael Postow, quien compartió su experiencia junto a Brendan en el seminario web del CRI La inmunoterapia y usted.

Questions and Answers

¿Cómo y cuándo descubrió que tenía cáncer?

Me rasqué un lunar en la espalda, que no sabía que estaba allí, y empezó a sangrar. En mayo de 2010 fui al médico y me hicieron una biopsia, que reveló que el lunar era precanceroso.

¿Cómo fue el tratamiento? ¿Tuvo efectos secundarios?

Terminé sometiéndome a una cirugía un mes después del diagnóstico para que me extirparan el lunar, así como a dos linfadenectomías. Fui a la cirugía pensando que solo me iban a quitar un lunar y luego me iría. Fui muy ingenuo. No había entendido completamente lo que vendría después.

El proceso de recuperación fue largo, ya que el orificio tardó meses en sanar pues debía regenerarse la piel de la cirugía. Ese verano me hicieron una exploración PET que reveló que los ganglios linfáticos debajo de ambos brazos estaban sanos. Luego, alrededor de noviembre, otra exploración por PET mostró melanoma metastásico. Había un tumor en la axila y el hombro izquierdo, así como en el fémur derecho.

Fui al Hospital de la Universidad de Yale y repasamos las opciones de tratamiento con el Dr. Mario Sznol. Me recomendó un ensayo clínico en el NIH con IL-2 y mis propias células inmunitarias. Se me consideró un candidato ideal durante el proceso de entrevistas: joven, no fumador, sin antecedentes de cáncer ni antecedentes familiares de melanoma. Estaba previsto que comenzara el tratamiento justo después de la Navidad de 2010.

La IL-2, en esencia, usa el cuerpo como una incubadora para multiplicar las células y continuar combatiendo el cáncer. Sufrí una reacción cerca del Día del Trabajo en 2011. Me salieron ronchas por todo el cuello y en la parte superior de la espalda. Fui a la sala de urgencias y me dieron corticoides para contrarrestar la reacción. En la siguiente consulta con los médicos, decidimos que no necesitaba seguir con el ensayo ya que el cáncer había dejado de verse; mi último tratamiento fue en septiembre de 2012.

Luego, entre enero y julio de 2012, volví al NIH cuatro veces para hacerme tres revisiones. En cada ocasión se veían mejorías.

Sin embargo, en julio una exploración de imagen mostró un ligera distensión en la zona del hombro izquierdo, por lo que en el NIH me mandaron de vuelta con el Dr. Sznol de Yale. El Dr. Sznol me recomendó un ensayo clínico con el Dr. Jedd Wolchok, en el MSKCC, de ipilimumab con nivolumab. Empecé en el ensayo en el MSK en septiembre de 2011; iba cada seis semanas para recibir el tratamiento. Tuve una gran respuesta a la combinación de medicamentos y el tumor en la zona del hombro izquierdo se empezó a achicar. Se reducía, pero en porcentajes muy bajos.

En junio de 2012 me practicaron otra cirugía para extirpar el cáncer remanente. Continué con el ensayo clínico, si bien en ese momento el cáncer era indetectable.

Seguí en el ensayo hasta mayo de 2014. Volví para realizarme exploraciones de imagen en el pecho, el abdomen y la pelvis, pero no recibí ningún tratamiento. Para mayo de 2014 estaba oficialmente fuera del protocolo. Ahora solo vuelvo al MSKCC una vez al año para los controles.

¿Hay algo que le haya sorprendido de su experiencia con el cáncer?

Estaba agradecido con Dios, los científicos, los investigadores, todo el personal médico y de enfermería, así como con mi gran familia y mis amigos irlandeses por su apoyo. Traté de mantener la calma durante todo el proceso, porque de lo único que uno se da cuenta al recibir el diagnóstico de cáncer es que no tiene opción. No es como entrar a una automotora y que le pregunten si quiere el Toyota Corolla o el Lamborghini. Mantuve una actitud lo más positiva posible. La verdad es que no lo pensé demasiado. Simplemente me dije: «Está bien, ¿qué sigue?»

Tener cáncer cambió mi visión de la vida. No me preocupo por las pequeñas cosas, en absoluto. Si no es posible controlarlo, entonces no tiene sentido preocuparse.

¿Qué le gustaría contarle a otros pacientes acerca de la inmunoterapia o de la participación en ensayos clínicos?

Participar en dos ensayos clínicos de inmunoterapia me salvó la vida. La clave es que hay que estar abierto a ello, hay que confiar en el proceso. Sé que suena aterrador porque se le está dando el control total a los médicos, pero si uno está en un ensayo clínico de inmunoterapia en un centro oncológico integral, ellos saben lo que hacen y tendrán en cuenta lo que es mejor para el paciente. Ellos comen, respiran y duermen pensando en la inmunoterapia. Yo no era un número o una estadística para ellos, era Brendan Connors.

Hay que mantener una actitud positiva y hacer las preguntas cuyas respuestas tememos escuchar, porque se trata de nuestra vida.

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