Inmunes al cáncer: el blog del CRI

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Helena Benítez’s Immunotherapy Story

Melanoma | 1994

No me preocupa morirme. Mi preocupación es vivir y vivir bien.

La historia de Helena

En la danza, la sincronización lo es todo. Puede significar la diferencia entre atrapar a la pareja y dejarla caer. 

El cáncer también responde a un cruel reloj. Los retrasos en los diagnósticos pueden ser mortales.

Nadie lo sabe mejor que Helena Benítez, una tecnóloga médica que vive en Bogotá, Colombia. Originalmente formada como bacterióloga, Helena ahora trabaja en la Universidad Nacional de Colombia y lleva la radiología diagnóstica a regiones remotas de la Amazonía donde el acceso a la atención médica es sumamente limitado.

Preguntas y respuestas

¿Cómo y cuándo descubrió que tenía cáncer?

En 1994, de viaje por California, noté un bulto en la parte interna del muslo de mi pierna derecha. Al regresar a Colombia me diagnosticaron melanoma maligno. Para ese entonces, el cáncer se había extendido a los ganglios linfáticos circundantes y el pronóstico era desalentador. Descubrí que el índice de supervivencia promedio a 2 años de los pacientes con melanoma metastásico es inferior al 25 %. 

Me practicaron una cirugía para extirpar los ganglios linfáticos afectados y comencé a recibir radioterapia y quimioterapia. El cáncer desapareció por un tiempo, pero al final volvió y hubo que extirparlo otra vez. Esto pasó a ser un proceso doloroso para toda la familia: en los siguientes dos años me practicaron nueve cirugías para extirpar el melanoma recurrente. Cuando el cáncer se adhirió a la arteria femoral, los médicos me dijeron que ya no podrían salvar mi pierna; tendrían que amputarla.

Les dije: «No, mi pierna se queda conmigo. No tengo ningún problema con la muerte. Yo deseo vivir y vivir bien, y eso significa vivir con mi pierna».

¿Cómo supo de la inmunoterapia y por qué decidió probarla?

La misma semana en que los médicos recomendaron la amputación, me enteré de una posible alternativa de tratamiento. Un colega acababa de volver de una conferencia médica donde escuchó a un investigador estadounidense, el Dr. Bruce Beutler, hablar sobre el factor de necrosis tumoral (FNT).

El factor de necrosis tumoral es una molécula que liberan las células inmunitarias que hace que los tumores de ratones de laboratorio se reduzcan y mueran. Fue descubierto en 1975 por el exdirector médico del Cancer Research Institute, el Dr. Lloyd Old, y colegas del Sloan-Kettering Institute. 

En la conferencia, Beutler, luego ganador del Premio Nobel, explicó que el FNT era una molécula increíblemente poderosa capaz de atacar a los tumores prácticamente de la noche a la mañana. Al principio, los médicos tenían grandes esperanzas de que esta molécula pudiera convertirse en un tratamiento milagroso para el cáncer. Pero, por desgracia, esas esperanzas se frustraron cuando se descubrió que el FNT es sumamente tóxico; las dosis necesarias para eliminar los tumores también serían letales para el paciente.

¿Cómo fue el tratamiento? ¿Tuvo efectos secundarios?

Llegué al Instituto Ludwig de Lausana, Suiza, en noviembre de 1996. El paisaje de los Alpes me levantó el ánimo. Una absoluta belleza: los Alpes, la Catedral de Lausana, el lago… Vi todo eso y dije: «Señor, no me dejes morir ahora, me encanta este lugar».

Me sometí a un procedimiento de perfusión de extremidad con FNT y, posteriormente, me operaron para extirparme el tumor necrótico y salvar mi pierna. Cuando finalmente me quitaron el vendaje y miré la pierna, vi que había valido la pena. Fue un milagro.

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