Inmunes al cáncer: el blog del CRI

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Dennis B’s Immunotherapy Story

Leukemia

La experiencia con los linfocitos T fue un juego de niños. Fue pan comido en comparación con la quimioterapia y el trasplante.

La historia de Dennis

El padre Dennis Billy sabe que a veces el sufrimiento puede ser valioso. Como sacerdote católico y director de la cátedra de Teología moral en el Seminario de St. Charles Borromeo en Wynnewood, Filadelfia, el Padre Dennis sabe que el sufrimiento nos enfrenta a la mortalidad y nos obliga a preguntarnos por qué estamos aquí. Solía aconsejar a quienes vivían momentos difíciles, pero no esperaba ser él quien los enfrentara tan pronto.

En 2010, a los 56 años, le diagnosticaron leucemia linfocítica aguda (LLA). La LLA es un tipo de cáncer causado por la producción incontrolada de glóbulos blancos en la médula ósea. Los glóbulos blancos se acumulan rápidamente y comienzan a desplazar a las células normales de la médula ósea, lo que deriva en consecuencias fatales si no se trata de manera rápida y enérgica.

Los médicos del padre Dennis lo trataron con varios ciclos de quimioterapia intensiva, pero el cáncer resistió esa contundente arma. Su única esperanza real de cura era recibir un trasplante de médula ósea para reemplazar las células anormales de la médula por células sanas. Pero, para que eso sucediera, primero se necesitaba que el cáncer estuviera en remisión.

Llevarlo a ese punto era el objetivo de una nueva técnica de inmunoterapia, el tratamiento con linfocitos T con receptor quimérico para el antígeno (T-CAR), desarrollado en el Memorial Sloan Kettering Cancer Center de New York por el científico Dr. Michel Sadelain, Ph. D., financiado por el CRI, y su colega el Dr. Renier J. Brentjens, Ph. D.

Mediante este proceso, las células inmunitarias (llamadas linfocitos T) se obtienen del propio paciente, se las modifica genéticamente en el laboratorio para que reconozcan el marcador específico de la leucemia, y luego se vuelven a inyectar al paciente. Una vez que estos linfocitos T-CAR eliminan el cáncer del cuerpo, el paciente puede recibir el trasplante de médula ósea.

El donante de médula del padre Dennis fue su propio hermano, Richard, un bombero jubilado de la ciudad de Nueva York que estuvo al borde de la muerte en el World Trade Center el 11 de septiembre de 2001. De los hermanos del padre Dennis, Richard era el único donante compatible. TheAnswertoCancer (TheA2C) conversó con el Padre Dennis sobre su experiencia con el tratamiento hasta la fecha.

Preguntas y respuestas

¿Cómo supo de la inmunoterapia y por qué decidió probarla?

Los médicos me dijeron que tenía una decisión que tomar. Una opción era seguir con la quimioterapia con la que me estaban tratando, que por un tiempo había funcionado. Pero me dijeron que, a la larga, la leucemia tomaría el control. Y luego existía la posibilidad de un tratamiento más radical. El Dr. Castro-Malaspina dijo que le gustaría que viera a otro médico en el Sloan Kettering, que estaba empezando un nuevo ensayo clínico. 

Se trataba del Dr. Renier Brentjens, quien llevaba adelante este estudio sobre el tratamiento de linfocitos T genéticamente modificados y dirigidos.

¿Cómo fue el tratamiento? ¿Tuvo efectos secundarios?

Fui al Sloan Kettering y me conectaron a una máquina que filtraba la sangre. En el proceso de filtrado extrajeron mis linfocitos T. Según tengo entendido, con mis conocimiento de lego, modifican en el laboratorio los linfocitos T para que se acoplen a ciertos marcadores tumorales de las células leucémicas. Los linfocitos T normalmente no identifican tu cuerpo, van tras las sustancias extrañas, pero los rediseñaron para que ataquen a mis propias células leucémicas. Recibí los linfocitos T el 31 de agosto de 2011.

Por lo que recuerdo, la infusión de linfocitos T en sí no tuvo ningún efecto secundario, tal vez algo de fiebre. Los efectos secundarios que recuerdo fueron los del trasplante de médula ósea. 

¿En qué se diferencia la inmunoterapia de otros tratamientos que pueda haber recibido?

Fue un juego de niños. Fue pan comido en comparación con la quimioterapia y el trasplante. El Dr. Brentjens me decía en broma que con su trabajo iba a dejar desempleados a los médicos de trasplantes. Quieren desarrollarla [a la técnica de los linfocitos T] y perfeccionarla hasta un punto tal en el que ni siquiera sean necesarios los trasplantes.

¿Hay algo que le haya sorprendido de su experiencia con el cáncer?

Mi consejo es que hablen con los médicos y con sus seres queridos, y si son personas espirituales también sugiero orar. Agregaría que uno ya conoce cuál será el desenlace sin un tratamiento; la leucemia finalmente seguirá su curso. Al participar en un ensayo clínico, los beneficios no son solo para el paciente sino también para otras personas y para la ciencia.

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