Melanoma | Diagnosed 2014
Melanoma | 2014
La historia de David
Melanoma, esa palabra siempre me había parecido aterradora. Durante entre 15 y 20 años antes del diagnóstico estuve lidiando con el cáncer de piel. Por suerte, siempre eran carcinomas basocelulares y de células escamosas; pero en el trasfondo acechaba esa temida palabra, «melanoma». Siempre me habían dicho que una vez que tuviera melanoma, nunca desaparecería. Que si se encontraba en la piel era curable en un 95 %; si no se detectaba hasta que había hecho metástasis, era en un 95 % incurable. Así que no era ajeno al cáncer de piel, pero tener melanoma no es solo un mundo diferente, es un universo completamente nuevo.
Questions and Answers
En enero de 2014 noté un bulto debajo de la piel en la mejilla izquierda. Esperé un par de días y luego pedí una cita con mi médico de cabecera. Tras un tratamiento con antibióticos, me derivaron a un otorrinolaringólogo. Antes de verlo me hicieron una ecografía y un análisis de sangre. En la primera consulta me confirmó que tenía un tumor en la glándula parótida. Me dijo que no me preocupara, que el 95 % de esos casos eran benignos, pero que de todos modos era necesario hacer una biopsia y extirparlo. 19/03/14: Tenía hora para obtener los resultados de la biopsia y fijar una fecha para la cirugía. En esa cita nos dio la noticia, nos dijo que seguramente ya había hecho metástasis. Cuando mi esposa le preguntó si iba a extirpar el tumor, respondió: «Usted no entendió; si lo tiene allí, lo tiene por todo el cuerpo. Quitar ese tumor sería una pérdida de tiempo, eso es lo que lo va a matar».
Me derivaron a la UCLA y el 22 de abril de 2014 me sometieron a una cirugía para extirpar el tumor. Tras la cirugía me reuní con un especialista en melanoma de UCLA para analizar en detalle las opciones. El único ensayo clínico abierto estaba probando 2 dosis de ipilumamab en comparación con interferón. Decidimos aceptar el ensayo clínico porque, para mi esposa y para mí, era evidente que el ensayo me daría la mejor oportunidad de sobrevivir. Nosotros, claro está, habíamos pasado muchos días y horas orando, pidiendo tranquilidad y guía con respecto a lo que debería hacer.
La parte más difícil era todas las exploraciones de imagen, los análisis de laboratorio y la espera de los resultados. Los tratamientos en sí fueron casi insignificantes. Con mi esposa planificamos bien los días y nos reservamos mucho tiempo para desplazarnos. Tuvimos que hacernos a la idea de que iban a ser jornadas largas, pero aún así las disfrutábamos. Llegábamos temprano a UCLA, desayunábamos en la cafetería y esperábamos la cita. Llevábamos un tablero de cribbage para salir y jugar una o dos partidas. Después de ver al oncólogo y de la extracción de sangre, íbamos al centro de infusión y estábamos allí de tres a tres horas y media. Toleraba bien las infusiones. Los efectos secundarios fueron fatiga, picazón y síntomas como los de la colitis, todos tolerables y controlables. El efecto secundario más difícil fueron los cambios digestivos.
No recibí otros tratamientos.
Que me dijeran que iba a morir fue sin duda una gran sorpresa. Me hizo detenerme y analizar la verdad sobre la vida, la muerte y Dios. Lidiar con el cáncer me permitió ver lo que es importante desde una perspectiva completamente nueva. Me sorprendió el nivel de fe en Dios que podía tener. Me sorprendió mi fuerza para lidiar con lo desconocido y las incertidumbres.